miércoles, 20 de octubre de 2010

Junto a mi ventana

Entre luces y sombras, sentada junto a mi ventana, vislumbro un sol radiante lleno de luz y de calor, que abriéndose paso entre las nubes quiere acercarse, bañar nuestro rostro y calentar nuestros corazones tristes y sombríos.
Siempre que me siento junto a mi ventana con las puertas de mi vida abiertas y el corazón desempañado, intuyo que hay vida, que hay luz y esperanza, más allá de los umbrales de la mediocridad cotidiana; y despierta en mí ganas de vivir horizontes nuevos, esperanza gozosa, ternura entrañable.
A pesar de los crudos y largos inviernos, en el amanecer de todas las primaveras surgen certezas: Dios ES, y eso BASTA. Es la certeza interior que brota en alguien que en medio de su vida vulgar encuentra sentido a lo pequeño, a lo sencillo, a lo fraterno.
Es la experiencia de todas nosotras que vivimos unidas en fraternidad, creando ese hogar caliente donde es posible vivir la pobreza-minoridad más allá del no tener o no ser; el servicio alegre más allá de paternalismos o dependencias; que posibilita la acogida, que comparte, no migajas o ratos perdidos, sino nuestro tesoro, lo más radical y definitivo de nuestra vida.
¡Es el grito de todas nosotras que vivimos orando, trabajando y buscando al Señor en todo lo sencillo y humano, porque sentimos que en lo sencillo y humano encontramos a Dios.
¡Dios Es! Es el grito que deseo para todas las mujeres y hombres de esta tierra nuestra, como despertar de una vida nueva y cargada de sentido que empieza a brotar en nuestros corazones.Vida llena de esperanza de luz y de amor fraterno.